En centros de mayores, como los de Galicia, han esperado con muchas ganas el momento de retirar las pantallas protectoras y deshacerse de las distancias de seguridad cuando alguien quería visitar a su familiar mayor. Desde que el representante político gallego Núñez Feijoo explicó que había llegado el momento de volver a dar besos y abrazos, muchos mayores volvieron a reponerse de esta situación tan traumática en la que nos encontramos desde hace un año.
Atrás quedaron los autoabrazos, el cariñoso acto de abrazarse a uno mismo, pero deseando transmitir al familiar el cariño más profundo posible. Y es que, aunque las videollamadas y las llamadas telefónicas paliaron parcialmente esos sentimientos de soledad, los sucedáneos nunca podrán reemplazar al auténtico contacto.
Por fin, y si el número de contagios y fallecimientos continúa reduciéndose drásticamente como hasta ahora en las residencias, podemos afirmar que los abrazos, los besos y la compañía cara a cara han vuelto para quedarse.